M
MaxTurbo en Pasto
Invitado
Camilo abrió la puerta del cuarto de motel al que había ingresado impulsado por el alcohol que hervía en su sangre, y que le quemaba las entrañas con la fuerza de la rebelión, de la transgresión de los límites que se había impuesto. Ahora la oportunidad se había presentado y estaba solo en medio de una ciudad anónima como él; con tanto dinero como jamás pudo imaginárselo, obtenido por la fortuna de encontrar un maletín lleno en un cuarto de hotel cualquiera hacía un día. [Camilo espero toda esa mañana para que el dueño del dinero apareciera, pero al mediodía abandonó el hotel con su equipaje. Afortunadamente, y por alguna extraña señal, había dado un nombre falso en el hotel, nunca se había dejado ver sin su mascarilla, y los guantes siempre cubrieron sus manos por el frío que hacía]. / Abrió la ventana y fumó la cannabis que cultivaba en su apartamento mientras miraba el catálogo de escorts y los servicios que prestaban. Llamó y ordenó a la acompañante que consideró la más bonita. / Antes de media hora la mujer llegó. Se trataba de una mujer delgada, hermosa y vestida de forma casual e insinuante. No llevaba demasiado maquillaje encima, así que Camilo sonrió mientras sentía su interior palpitar conforme la mujer se movía por la habitación, simulando casualidad, pero escondiendo una revisión general de los lugares donde pudiera haber cámaras. La mujer se despojó de su mascarilla facial fucsia y se sentó en el borde de la cama mientras sonreía de manera coqueta.
-¿Qué servicio vas a tomar?-inquirió la mujer tomando el control remoto y encendiendo la televisión.
Su figura delgada era muy sensual y poderosamente irresistible, dejando entrever en su pronunciado escote unos senos pequeños pero con forma de pera, con unos pezones que se insinuaban deliciosos debajo de la camiseta blanca.
- Quiero comerte el coño…-dudó por segundos eternos-y el culo –agregó-… Sobre todo el culo… y luego penetrarte por allí hasta el orgasmo.
Lore, la mujer del catálogo que tenía en frente sonrió y asintió cómplicemente, aunque dejando entrever algo de humor. ¿Cuántas veces le habrían pedido lo mismo? La mayoría de clientes-recordó Lore- no duraban más de diez minutos con su fantasía, y luego quedaban avergonzados por haber terminado tan rápido. Ella sabía hacer su trabajo, se dijo, y la mayoría quedaba seco antes de empezar, por lo que nunca había más round de sexo, sino meras conversaciones aburridas.
Lore se empezó a despojar de sus ropas hasta quedar sólo con unas bragas rosadas muy ajustadas y que insinuaban la deliciosa carne detrás. Se acercó bailando a Camilo, que se despojó de sus ropas hasta dejar expuesto su miembro viril, algo con lo que Lore no contaba por su reacción. Camilo nunca había presumido de su pene con nadie, pero cada mujer que lo conoció quedó prendada de él. Camilo tenía una erección total, que mostraba una verga ancha, llena de venas hinchadas que inyectaban sangre al estoque para mantenerlo tan firme como el acero. Lore se arrodilló sin siquiera pensarlo y contempló absorta los casi veinticinco centímetros que apuntaban al cielo. Lore no pensó, no dijo nada y sólo lamió desesperada la cabeza de la verga de su cliente. Se sentía tan dura como el acero, pensó, y tan lúbrica por el líquido seminal esparcido por la cabeza. Lore engulló la verga lo que más pudo e inició un suave y caluroso vaivén mientras su propio cuerpo se humedecía del calor que emanaba de sus entrañas. Sus bragas se mojaron mientras se comía la verga de Camilo como una ninfómana. Lamía, chupaba, escupía, volvía a lamer y chupar sin cesar, desatada, lúbrica, insaciable. A sólo cinco minutos de su maniobra, Camilo derramó su semen en la boca de Lore, que lo engulló todo mientras pedía más.
Lore se despojó de sus bragas y se puso en cuatro sobre la cama, luego se inclinó sobre la misma y levantó el culo para ofrecer una mejor visión de su cueva húmeda. Con sus manos abrió sus nalgas para que Camilo hundiera sus labios en su concha
-¿Qué servicio vas a tomar?-inquirió la mujer tomando el control remoto y encendiendo la televisión.
Su figura delgada era muy sensual y poderosamente irresistible, dejando entrever en su pronunciado escote unos senos pequeños pero con forma de pera, con unos pezones que se insinuaban deliciosos debajo de la camiseta blanca.
- Quiero comerte el coño…-dudó por segundos eternos-y el culo –agregó-… Sobre todo el culo… y luego penetrarte por allí hasta el orgasmo.
Lore, la mujer del catálogo que tenía en frente sonrió y asintió cómplicemente, aunque dejando entrever algo de humor. ¿Cuántas veces le habrían pedido lo mismo? La mayoría de clientes-recordó Lore- no duraban más de diez minutos con su fantasía, y luego quedaban avergonzados por haber terminado tan rápido. Ella sabía hacer su trabajo, se dijo, y la mayoría quedaba seco antes de empezar, por lo que nunca había más round de sexo, sino meras conversaciones aburridas.
Lore se empezó a despojar de sus ropas hasta quedar sólo con unas bragas rosadas muy ajustadas y que insinuaban la deliciosa carne detrás. Se acercó bailando a Camilo, que se despojó de sus ropas hasta dejar expuesto su miembro viril, algo con lo que Lore no contaba por su reacción. Camilo nunca había presumido de su pene con nadie, pero cada mujer que lo conoció quedó prendada de él. Camilo tenía una erección total, que mostraba una verga ancha, llena de venas hinchadas que inyectaban sangre al estoque para mantenerlo tan firme como el acero. Lore se arrodilló sin siquiera pensarlo y contempló absorta los casi veinticinco centímetros que apuntaban al cielo. Lore no pensó, no dijo nada y sólo lamió desesperada la cabeza de la verga de su cliente. Se sentía tan dura como el acero, pensó, y tan lúbrica por el líquido seminal esparcido por la cabeza. Lore engulló la verga lo que más pudo e inició un suave y caluroso vaivén mientras su propio cuerpo se humedecía del calor que emanaba de sus entrañas. Sus bragas se mojaron mientras se comía la verga de Camilo como una ninfómana. Lamía, chupaba, escupía, volvía a lamer y chupar sin cesar, desatada, lúbrica, insaciable. A sólo cinco minutos de su maniobra, Camilo derramó su semen en la boca de Lore, que lo engulló todo mientras pedía más.
Lore se despojó de sus bragas y se puso en cuatro sobre la cama, luego se inclinó sobre la misma y levantó el culo para ofrecer una mejor visión de su cueva húmeda. Con sus manos abrió sus nalgas para que Camilo hundiera sus labios en su concha
- Rostro
- 5,00 estrella(s)
- Cuerpo
- 5,00 estrella(s)
- Actitud
- 5,00 estrella(s)
- Oral
- 5,00 estrella(s)
- Desempeño Sexual
- 5,00 estrella(s)
- ¿Recomienda?
- Sí, repetería